El Ford B de 1932 llamó la atención del mundo automotriz y no fueron pocos los que se apasionaron con una de sus variantes de carrocería en aquella tercera década del siglo XX. Sin embargo, la simpatía por esos coches históricos y clásicos ha llegado hasta nuestros días. Tal es así que, 83 años después de creado el modelo, en 2015, cuando Hansel Mesa vio cara a cara este modelo reconstruido en Cuba, describió el momento con una frase: “Amor a primera vista”.

Ya la familia Mesa había dado sus primeros pasos en cuanto a clásicos con el Ford A 1929, adquirido en 2012 y al cual hubo que hacerle, desde su adquisición, una reparación capital. Con el Hot Rod no fue así, porque la restauración hecha por Fernando lo hacía llamativo. Hansel no dudó en gestionar su compra y aunque ya no estaba en manos de su restaurador lo pudo conseguir.

Después que lo hizo suyo, Hansel lo usó por un periodo de seis meses donde lo disfrutó sin límites, utilizando su auto clásico para cuanta gestión o movimiento tuviese que hacer por esos días. Pasado ese tiempo llegó la hora de rehacerlo a su gusto y puso manos a la obra. En un inicio pensó que solo sería hacerle una reparación general: ‘pasarle la mano al motor’ y desarmar carrocería y chasis para ajustar algunos detalles y luego pintar. De cualquier manera, el Ford B V8 Coupe Hot Rod 1932 se convirtió en ‘tuercas y tornillos’.

Llegado ese punto comenzaron las sorpresas, donde muchos mecanismos como los de amortiguación y dirección, sumados a la geometría y diseño del chasis conllevaron a la decisión de partir de cero y hacerlo diferente, con el fin de mejorar su rendimiento y seguridad. 2015 fue un año donde el proyecto “Y que historia” aún no se había creado y para hacer el trabajo de restauración completa se utilizó como cuartel general el taller de Rogelio Paris. La chapistería corrió a manos de “Puchi” y se realizó en el taller de Elio el Tornero, ubicado en el Roble, Santa Fe. Allí no sólo se hizo la chapistería, sino también, los trabajos de tornería y adaptación. Se cambió la posición del motor –más baja y un poco más atrás– buscando bajar el centro de gravedad para mejorar estabilidad y tracción.

Un dato curioso es que las dimensiones ergonómicas en cuanto a posición de manejo, distancia desde la butaca del conductor a los pedales y posición del volante, se hicieron a la medida de Hansel, por lo que es muy difícil e incómodo que otro lo maneje.
El motor no se reparó, lo que sí se le dio un mantenimiento especial con esmerilado de las tapas de block y cambio de algunas piezas como la bomba de agua eléctrica, la distribución y el carburador, este último un Holley 750 CFM de alta gama, listo para competiciones.

Luego se pasó a la pintura con ‘Fidelito’ en el poblado El Guatao, un trabajo que se realizó pieza a pieza. Concluida la parte del chasis y sus mecanismos, se llevó al taller de Rogelio para comenzar a armarlo detalle a detalle. Armar chasis, carrocería, interior y la instalación eléctrica se realizaron en ese taller, de donde también salió terminado el Ford A de 1929.

Siete meses después que se desarmó por completo el Hot Rod, salió como una joya aquel diamante en bruto que adquirió la familia Mesa, esta vez, teniendo como gestor a Hansel, a quien le brillan los ojos cuando lo ve y aún más cuando lo maneja y siente el rugido de su motor V8 con escapes libres y atronadores.

Conversar con Hansel, quien vivió en carne propia, como protagonista, la reconstrucción del Ford B Coupe Hot Rod de 1932 fue muy interesante, no sólo por sus conocimientos de mecánica aplicada al motor de combustión, sino también por el saber de la historia de su coche y la denominación Hot Rod.

Hansel, en nuestra entrevista me comentó: “...traducir literalmente al español Hot Rod se lee como barra o biela caliente, pero su significado va mucho más allá de eso y donde influye sobremanera el contexto histórico de su nacimiento. Todo empezó en el sur de California, a principios del siglo XX, donde la gente competía con autos modificados y en línea recta, denominados Hot Rod. A esos se suman los autos preparados por contrabandistas, cuando la Ley Seca, entre 1920 y 1933. Los primeros Hot Rod fueron autos antiguos de la década de 1920, como el Ford T. Se les realizaban modificaciones importantes como: reducción de peso, cambio de apariencia, motor más potente, ejes y suspensiones más resistentes. Pero nadie tiene dudas que el punto de inflexión de los Hot Rod históricos es el Ford B de 1932, que se convirtió desde su llegada en el primer auto de serie con motor V8, con una potencia y torque no visto hasta esa fecha en un vehículo de serie…”

Somos muchos los cubanos a quienes ‘nos corre por las venas gasolina y no sangre’ y para quienes correr no es realmente un peligro, ‘es placer’. Respecto a ese punto Hansel nos comentó: “…tuve la dicha de poder correr el Hot Rod una vez que lo terminamos. Fue en 2016, en Malecón, en una actividad realizada por el club ‘Amigos del Motor’ en ‘La Piragua’. La carrera fue a poco menos de 200 m. Mi primer tope fue pactado con mi amigo David, propietario de un Chevrolet Torpedo azul. Nos pusimos de acuerdo para hacer espectáculo y no aceleramos duro hasta los metros finales. Luego, en el segundo tope del día me enfrenté a Manolo ‘Perrera’, quien ya había sufrido un revés con el Hot Rod cuando estaba en manos de Fernando. Esta vez lo aceleré a fondo desde la salida y la victoria fue por amplia diferencia”. 

Y continúa diciendo: “La segunda carrera fue más espectacular, no sólo por el lugar –Aeropuerto Viejo de Varadero–, sino porque fue filmada para el programa ‘Top Gear’ y donde pude correr contra un auto traído por ellos. Los realizadores del programa pusieron las cámaras en posición y nos dijeron que hiciéramos las carreras como se ellos no estuviesen. Ese día corrí, a 200 m, con Luisito, con Freddy y con un Chevrolet Camaro que trajeron los realizadores del programa. Siempre terminé delante y desde que lo tengo no he sufrido un revés.”

Le pregunté sorprendido: ¿Podemos decir que este Ford B Hot Rod de 1932 es el auto más rápido en Cuba a 200 m? Hansel contestó: “No puedo ser categórico porque las carreras no se hacen, desde hace mucho, por diferentes motivos. De lo que sí estoy seguro es que nuestro Hot Rod está entre los 5 más rápidos de Cuba en 200 m”.

Recientemente, ya como taller “Y que Historia”, se reparó el motor V8. Con conocimiento de causa, Hansel me comentó que se decidieron a comprar un kit (cigüeñal y pistones) con configuración sub-cuadrado (recorrido del pistón o carrera mayor que el diámetro del pistón), con el objetivo de ganar, sobre todas las cosas, torque. Porque Hansel siempre ha tenido claro que una carrera a 200 m, más que potencia hace falta torque (par motor) para salir rápido de 0 y llegar primero a la meta.

El taller “Y que Historia” no olvida sus orígenes, donde el Ford B Coupe Hot Rod de 1932 es parte importante. Hoy el Hot Rod cuenta con premios en concursos y exposiciones por su nivel de acabado, conservación y funcionamiento. Razones más que suficientes para que la familia Mesa se emocione cuando Hansel acelera el Ford V8, con esos escapes libres de donde para muchos sale un ruido ensordecedor, pero para los que nos apasiona la mecánica ‘es música’.